Peces Artesanos Asturianos Xelaya Gijón
Los peces que marcan la diferencia con los comerciales.

La pesca del calamar



La pesca del calamar desde tierra cuenta cada vez con más adeptos y, debido a los modernos señuelos, consigue buenas capturas, asequibles incluso para los pescadores menos experimentados.




 

El calamar es un molusco que
pertenece a la familia de los cefalópodos, (moluscos de concha interna) que,
como su nombre indica -cefa=cabeza, podos=pies-, tienen los pies en la cabeza,
o, mejor dicho, los tentáculos, unos apéndices llenos de ventosas con los que
apresan y sujetan a sus víctimas.

 

Para los que no lo hayan descubierto ya, diremos que los
cefalópodos son los calamares, pulpos y sepias, básicamente, y pueden ser
perseguidos, más o menos, como si de peces se tratase. Claro está, con los
aparejos adecuados, que difieren ligeramente de los que utilizamos para capturar
peces, pues estos últimos llevan anzuelo.

Todos los cefalópodos son voraces depredadores y eso los
convierte en presas adecuadas para los pescadores poco avezados, que se
sorprenderán de lo fácil, divertida y emotiva que puede resultar su captura.
Podemos perseguirlos en todas nuestras costas y durante todo el año, aunque el
verano es quizás la época más fructífera y, sobre todo, la más agradable para su
pesca.



La pesca del calamar es apta para pescadores noveles
o expertos.

Aunque la de los calamares ha sido
tradicionalmente una pesca que se llevaba a cabo en embarcación, en los últimos
años, la evolución de los señuelos y de los materiales ha conseguido la
posibilidad de perseguirlos con éxito desde espigones, escolleras, diques, y, en
general, cualquier lugar que garantice unas cuantas brazas de profundidad.

Y es que, a diferencia de la sepia, el calamar es un animal
"nadador", amante de las aguas libres y los grandes espacios, por lo que no
esperaremos encontrarlo posado en el fondo, o apostado en oquedades y grietas
submarinas, como sería el caso de su pariente.

De todas formas, para ambas especies, podemos utilzar el mismo
montaje que consiste, básicamente, en un aparejo simple provisto de un cebo
artificial especial, llamado potera o guadaña, que consiste en un cuerpo central
de plomo forrado con hilo y rematado en una corona de anzuelos sin agalla; o
bien en un pez de plástico coloreado terminado en la misma corona de anzuelos,
también sin agalla o sin muerte.

Esto es así, porque los calamares y sepias sólo tiran en una
dirección y no se revuelven como los peces, por lo que no es necesario el
arponcillo o muerte para sujetarlos una vez clavados.

En el caso de la guadaña de plomo, el señuelo debe quedar
suspendido a un par de brazas del fondo (unos tres metros), y con un intervalo
variable -cada minuto más o menos- el pescador dará un tironcito a la línea,
para que el cebo, que cuelga del sedal, se mueva y simule un pez vivo.




En este caso necesitaremos valernos de una caña de más de cinco
metros, para separar en lo posible el señuelo de la pared del espigón o del
cortado desde el que pesquemos.

Si en vez de la tradicional guadaña de plomo, utilizamos uno de
los modernos peces artificiales para cefalópodos -también llamados "pajaritos"-,
podemos lanzarlo y dejarlo que se hunda lentamente, mientras lo traemos hacia
nosotros recogiendo poco a poco y con intervalos en los que "nadará"
libremente.

Estos señuelos nos ofrecen la posibilidad de ser lanzados a la
distancia que alcancemos, por lo que no necesitaremos una caña larga, sino más
bien cualquier modelo de casting o similar.

El calamar o la sepia, llegado el momento, se lanza con avidez
sobre el reclamo y lo abrazan con sus tentáculos.

Cuando el pescador tire del hilo, notará su peso y entonces se
procederá, no a clavarlo con un suave golpe de muñeca como si se tratara de un
pez, sino simplemente a subirlo, mientras el animal, que se desplaza mediante un
sistema de propulsión a chorro -algo así como los aviones a reacción, pero en
plan casero- tratará de librarse tirando en sentido contrario a nuestra
presión.

Una vez lo tengamos a bordo o en tierra, el pescador se cuidará
del previsible chorro de tinta que expulsa el animal como mecanismo de defensa y
se observará con detenimiento que el señuelo -la potera- tampoco ha resultado
manchado de tinta. Si es así, habrá que limpiarlo antes de volverlo a arrojar al
agua.






Diferentes señuelos para la pesca del
calamar.


Esta pesca es realmente sencilla y el equipo a emplear es,
asimismo, poco sofisticado y, por supuesto, barato. Bastará con una caña de
acción media o blanda, que nos permita lanzar los pocos gramos que pesan los
señuelos para calamar.

Hay gente que añade un pequeño plomo de perdigón para lanzar
más lejos, o para que el señuelo se hunda más rápido. También podemos montar
varios señuelos con hijuelas sobre la línea madre, y separados entre sí por una
o dos brazas, con objeto de cubrir más agua o de capturar varios a la vez.

Recuérdese que los calamares suelen presentarse en bálamos, por
lo que tendremos ocasión de clavar dos a la vez si somos afortunados y nuestro
aparejo se topa con el cardumen.

También es recomendable, si utilizamos montajes múltiples, que
los señuelos sean de distinto tamaño, para poder tentar tanto a los pequeños
como a los grandes ejemplares, que a veces conviven en los mismos lugares.
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